viernes, 22 de febrero de 2013

Una Palabra


Una palabra irresponsable: puede encender discordias y fuegos difíciles de apagar…

Una palabra cruel: puede arruinar y derribar todo lo que se había edificado en una vida…

Una palabra de resentimiento: puede matar a un apersona, como si le claváramos un cuchillo en el corazón...

Una palabra brutal: puede herir y hasta destruir la autoestima y la dignidad de una persona…

Una palabra amable: puede suavizar las cosas y modificar la actitud de otros…

Una palabra alegre: puede cambiar totalmente la fragancia y los colores de nuestro día…
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga y traer luz a nuestra vida…
Una palabra de amor: puede sanar el corazón herido.

Porque las palabras tienen vida.
Son capaces de bendecir o maldecir, de edificar o derribar, de animar o abatir, de transmitir vida o muerte, de perdonar o condenar, de empujar al éxito o al fracaso, de aceptar o rechazar...
¿Cómo hablamos a los demás? ¿Qué les transmiten nuestras palabras?
¿Qué me digo a mí mismo? ¿Hacia dónde me conduce mi dialogo interno?

Una Mujer Exquisita


Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, sino aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.
Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo… es aquella que con tan solo una sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.
Una mujer valiosa
no es aquella que tiene más títulos, ni más cargos académicos, es aquella que sacrifica su sueño por hacer felices a los demás.

Una mujer exquisita
no es la más ardiente, sino la que vibra al Hacer al amor solamente con el hombre que ama.

Una mujer interesante
no es aquella que se siente halagada por ser admirada por su belleza y elegancia, es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO.

Y un hombre,
un hombre exquisito es aquel que valora una mujer así.

La Joven Ciega


Esta es la historia de una joven ciega que se odiaba a si misma, y a todo el mundo por ser ciega. Odiaba a todos, menos a su novio que la queria mucho. Un dia, consiguio un par de ojos sanos. La operaron y pudo ver. Cuando lo hizo, el novio le pregunto si se casaria con el, a lo que ella respondio que no, porque se dio cuenta que el era ciego . El novio, triste, lo comprendio y se despidio de su vida.
En su partida le dijo:Tan solo te pido que cuides muy bien de mis ojos pues te los regale y ahora son los tuyos.

Te amo


Hoy, antes de decir algo destructivo, Piensa en los que no pueden hablar;
Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en los que no tienen que comer.
Antes de quejarte de tu pareja, piensa en los corazones solitarios y tristes que añoran un compañero.
Antes de quejarte de tus hijos, piensa en quienes no los tienen y los desean.
Cuando estes cansado y reniegues de tu trabajo, piensa en los millones que estan desempleados y quisieran el tuyo.
Antes de señalar con el dedo, Y TOMARTE LA ATRIBUCION DE JUZGAR , recuerda que todos hemos cometido errores, y lo seguiremos haciendo.

Tres Cosas.....


Hay tres cosas donde no importa el idioma: EL DEPORTE, LA MUSICA Y EL SEXO.
Hay tres cosas en que meditar: LA VIDA, LA MUERTE Y LA ETERNIDAD.
Hay tres cosas por las que siempro brindo: SALUD DINERO Y AMOR.
Hay tres cosas que controlar: EL CARACTER, LA LENGUA Y LA CONDUCTA.
Hay tres cosas que cultivar: LA BONDAD, LA SABIDURIA Y LA AMISTAD.
Hay tres cosas que defender: EL HOGAR, EL HONOR Y AL DÉBIL.
Hay tres cosas que destruyen al hombre: EL VINO, EL ORGULLO Y EL ENOJO.
Hay tres cosas que se necesitan en la vida: ALGUIEN A QUIEN AMAR, ALGO QUE HACER Y UNA ESPERANZA PARA EL FUTURO.
Hay tres cosas que debemos evitar: LA IGNORANCIA, LA OFENSA Y LA MENTIRA.
Hay tres cosas que forman al hombre: EL TRABAJO DURO, LA SINCERIDAD Y EL VALOR.
Hay tres cosas que no se olvidan: EL PRIMER AMOR, EL PRIMER DINERO GANADO Y EL LUGAR DONDE UNO NACIO!!

"Un dulce cuento de Año Nuevo"


Dicen que cuando se acerca fin de año los ángeles curiosos se sientan al borde de las nubes a escuchar los pedidos que llegan desde la tierra.
-¿Qué hay de nuevo? -pregunta un ángel pelirrojo, recién llegado. Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad...- contesta el ángel más viejo. Y bueno, todas esas son cosas muy importantes.
Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo.
¿Y qué podríamos hacer para ayudarlos?
Dice el más joven y entusiasta de los ángeles. ¿Te animarías a bajar con un mensaje y susurrarlo al oído de los que quieran escucharlo?-pregunta el anciano.
Tras una larga conversación se pusieron de acuerdo y el ángel pelirrojo se deslizó a la tierra convertido en susurro y trabajó duramente mañana, tarde y noche, hasta los últimos minutos del último día del año.
Ya casi se escuchaban las doce campanadas y el ángel viejo esperaba ansioso la llegada de una plegaria renovada. Entonces, luminosa y clara, pudo oír la palabra de un hombre que decía: "Un nuevo año comienza. Entonces, en este mismo instante, empecemos a recrear un mundo distinto,
un mundo mejor: sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres.
Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace. Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad".
Desde el borde de una nube, allá en el cielo, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos!!

"EL MANTEL"

Un sacerdote, recibió como su primer encargo ministerial, la misión de reabrir una iglesia en el barrio de Brooklyn, New York. Cuando llegó se encontró con un edificio que estaba en pésimas condiciones y que requería mucho trabajo de restauración. De todas maneras, se propuso como meta tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en Nochebuena. Trabajó arduamente, reparando los bancos, arreglando las paredes, pintando, etc., y una semana antes de Navidad ya casi había concluido con los trabajos.

El 19 de diciembre se desató una terrible tempestad que azotó la ciudad por dos días y cuando el sacerdote fue a ver la iglesia, vio con tristeza que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un parte considerable de la pared, exactamente detrás del púlpito, estuviera manchada por la humedad.

No sabía que hacer, pensaba incluso en la posibilidad de suspender el oficio de Nochebuena. Preocupado y triste se fue hacia su casa, pero en el camino encontró un negocio que estaba vendiendo varios artículos con fines caritativos y decidió entrar.

Pronto le llamó la atención un hermoso mantel hecho a mano. Era un trabajo exquisito con aplicaciones y bordados de bellos colores y una cruz en el centro. Era justamente el tamaño adecuado para cubrir la mancha de la pared, así que decidió comprarlo y volver nuevamente a la iglesia.

En ese momento había comenzado a nevar y se encontró con una mujer mayor que iba corriendo en la dirección opuesta, tratando de alcanzar el autobús. Lamentablemente lo perdió y el sacerdote viendo la situación la invitó a esperar al próximo en la iglesia donde había calefacción.

La señora se sentó en el banco, mientras el sacerdote colocaba el mantel como tapiz sobre la pared. No podía creerse lo hermoso que se veía y cómo cubría toda la mancha de humedad. De pronto vio a la mujer que se acercaba con sus ojos fijos en el mantel. - "Padre, ¿Donde consiguió usted ese mantel?". Cuando el sacerdote le contó lo sucedido, la mujer le preguntó si las iniciales que aparecían bordadas eran EGB.

Efectivamente esas eran las iniciales, y la mujer le contó que ella había hecho ese mantel 35 años atrás en Austria. Le explicó que antes de la guerra, ella y su esposo tenían una posición económica muy buena pero que cuando los nazis llegaron, les obligaron a irse. Ella viajó primero y su esposo debía encontrarse con ella una semana después, pero fue capturada, enviada a prisión y nunca volvieron a verse. El pastor la llevó en su coche hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciéndole que lo entregaba como una ofrenda a Dios.

Por fin llegó la Nochebuena, la iglesia estaba llena a rebosar. La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta pero un hombre mayor, del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando fijamente el tapiz. El sacerdote se acercó para saber si se sentía mal, pero el hombre se interesó por saber donde había conseguido el mantel, ya que era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra. . . y le relató la misma historia que aquella mujer.

Él, sin decirle nada, lo invitó a dar un paseo y le llevó a la misma casa donde había llevado a la mujer tres días atrás.

Llamó y al abrirse la puerta, presenció la más bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.

“Si confiamos que El Señor está en control de nuestra vida, a pesar de las dificultades y circunstancias, a su tiempo veremos cumplidos los deseos de nuestro corazón”

La Vida

Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre, dejan huellas que nada puede borrar porque han quedan marcadas en nuestros corazones.

Momentos imborrables, muchas veces debido a amores que murieron por un error que cometimos, o errores de ellos mismos pero en los que ninguno tuvo la humildad pedir disculpas, errores por los que dejamos atrás aquello que con un poco más de esfuerzo nos pudo haber hecho felices y dar otro rumbo a nuestra vida.

Pero ya es tarde, por eso se llaman “momentos” y si no sabemos guardarlos o cuidarlos se nos van como agua entre los dedos. No trates de olvidar o de estar pensando en lo que no hiciste, eso ya pasó, no hay vuelta atrás, sólo queda seguir adelante atesorando todos los bellos momentos que la vida nos regaló, que en su tiempo no lo valoramos.
Conserva en un lugar de tu corazón todo lo vivido, lo que has llorado y lo que has reído; son momentos que te acompañarán cuando llegue el otoño a tu vida y un día te sorprenderás volviendo la vista atrás y sintiéndote feliz por haber amado y sido amada.

― Atesora los buenos momentos.
Aunque esa relación no prosperase, no permitas que las sombras de la tristeza borren tus momentos, no permitas que nadie te borre los recuerdos. Sembraste amor en otra persona y ese es un sentimiento que no todas lo saben dar; si amaste y te amaron y si no recibiste lo que diste que tampoco te importe, has sido una persona privilegiada, hay que echar las migas de pan en el agua, habrá quien se beneficie con tu acto de amor.
Siempre hay que darlo todo, no guardarse nada, aprender de los errores y ser humildes, desgraciadamente esto es algo que aprendemos cuando ya hemos cometidos los fallos, pero te queda la oportunidad de enseñar a los tuyos la nobleza del perdón y del no guardar rencor a nadie, sólo así lograremos ser felices.

Quizás para nuestra vida ya pasó el tiempo, pero son cosas que podemos enseñarle a nuestros hijos para que nunca pierdan los momentos más bellos de la vida, porque después sólo quedan preguntas que nunca tuvieron respuestas.

Procura no retrasar las cosas, olvidar y conservar recuerdos te dará más alegría y felicidad a tu vida.-

VALEN MUCHO...

En una breve conversación, un hombre le pregunta a una mujer:
¿Que tipo de hombre estas buscando?

Ella se quedo un momento callada antes de verlo a los ojos y le preguntó: En verdad quieres saber?
El respondió "Si"
Ella empezó a decir: "Siendo mujer en esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo sola no puedo hacer por mí. "Yo pago todas mis facturas. Yo me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre. Yo estoy en la posición de preguntar, ¿qué es lo que tú puedes aportar en mi vida?
" El hombre se le quedo viendo.
El claramente pensó que ella se estaba refiriendo al dinero!
Ella rápido sabiendo lo que él estaba pensando dijo: "No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más. Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida."
El cruzó los brazos se recargo en la silla y mirándola le pidió que le explicara...
Ella dijo: "Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque yo necesito a alguien con quien conversar y que me estimule mentalmente. Yo no necesito a alguien mentalmente simple. Yo estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque yo necesito a alguien con quien compartir mi fe en Dios. No necesito a un hombre que luche por la perfección financiera porque yo no necesito un cargo financiero. Yo necesito a alguien suficientemente sensible para que me comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme caer. Yo estoy buscando a alguien el cual yo pueda respetar. Para poder ser sumisa, yo debo respetarlo. Yo no puedo ser sumisa con un hombre que no pueda arreglar el mismo sus problemas. Yo no tengo ningún problema con el ser sumisa, simplemente él tiene que merecérselo. Dios hizo a la mujer para ayudar al hombre. Yo no puedo ayudar a un hombre que no se puede ayudar a sí mismo.”
Cuando termino ella lo vio a los ojos y él se veía muy confundido y con interrogantes.
Él le dijo "Estas pidiendo mucho".
Ella le contesto: "Yo valgo mucho"

"ACUÉRDATE DE MI"

Gustavo regresaba a su casa en su automóvil. Era un día frío, gris y lluvioso y de pronto vio a una señora anciana con su auto al lado de la carretera. Inmediatamente se dio cuenta de que la anciana necesitaba ayuda. 

Estacionó su viejo Pontiac delante del Mercedes de la anciana y se acercó tosiendo. A medida que se acercaba era más evidente que la señora tenía problemas.

Desde el punto de vista de la anciana, el hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, tal vez podría tratarse de un delincuente, pero en su situación, no tenía demasiadas opciones. Había estado allí por más de una hora y nadie se había detenido para ayudarla, así que, no había nada que hacer, estaba a su merced.

El hombre parecía muy humilde y hambriento y aunque aparentaba calma, Gustavo pudo percibir en la anciana cierto temor y preocupación. Así que tomo la iniciativa y dijo: Si me lo permite puedo ayudarla, señora entre en su vehículo y así estará protegida de la lluvia. Mi nombre es Gustavo, añadió, y gracias a Dios sólo se trata de un neumático desinflado. Voy a repararlo en poco minutos.

Y así Gustavo empezó a trabajar. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventanilla y comenzó a conversar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecerle.

Gustavo sonreía mientras cerraba el baúl del coche y guardaba las herramientas.

Al ver que ya había terminado, la anciana le preguntó cuánto le debía, pensando que cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, y que quizás hubieran pasado cosas terribles de no haber contado con su gentileza.

Él no lo consideraba un trabajo, ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Gustavo estaba acostumbrado a vivir así. Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada y se despidió.

Había sido un día frío, pero sentía calor en su corazón, reconfortado y feliz por haber ayudado a su prójimo. Subió a su coche y siguió su camino.

Unos kilómetros mas adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería muy bueno quitarse el frío con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño y viejo local, en el que había una vieja registradora muy parecida a las que conocía de su juventud.

Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa, a pesar de las muchas horas de trabajo.

La anciana notó que la camarera estaba embarazada, más o menos de unos ocho meses, pero que su situación no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, puede ser tan generosa con los extraños, y entonces se acordó de Gustavo.

Al terminar su café, pidió a la camarera la cuenta y pagó con un billete de cien dólares. Cuando la joven regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Intentó alcanzarla, pero al correr hacia la puerta vio en la mesa un trozo de papel escrito, cuando lo tomó se dio cuenta de que era una nota y cuatro billetes de cien dólares.

Al leer la nota, sus ojos se llenaron de lágrimas: Esto es un regalo para ti, hace muchos años estuve en tu misma situación. Hoy alguien me ayudó como ahora lo estoy haciendo por ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de ayudar y ser de bendición para otros con amor y desinteresadamente.

Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenía con su esposo?, los problemas económicos que estaban pasando, y más ahora con la llegada del bebé...

Era consciente de cuán preocupado estaba su esposo por todo esto. Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído: Todo va a estar bien... te amo Gustavo.

"NO LO ACOMPAÑABA SU PADRE"

Mi hijo Gastón tenía ocho años y llevaba muy poco tiempo en los scouts. En una reunión le entregaron un papel con instrucciones, unas maderas, cuatro pequeñas ruedas y le dijeron que se loentregara a su padre.

No fue una tarea fácil para él. A papá no le hacía mucha gracia aquello de ayudar a su hijo en las tareas y actividades, fueran estas del colegio o de los scouts.

En ese momento papá, que estaba leyendo el periódico, descartó la idea de construir en compañía de su ansioso hijo menor un coche de carreras, de manera que las maderas y las ruedas quedaron guardadas durante unos días.

Por fin, su mamá intervino para ver si descubría la manera de hacerlo. Comenzó la construcción, pero como no tenía muchos conocimientos de carpintería, llegó a la conclusión de que lo mejor sería leer las instrucciones y dejar que poco a poco Gastón lo hiciera.

A los pocos días, las maderas se iban convirtiendo en un auto de carrera. Un poco desalineado y nada estético, pero de cualquier manera era un auto de carreras. Gastón lo bautizó «Relámpago Azul» y estaba muy orgulloso de su obra, especialmente por haber hecho algo con sus propias manos.

Llegó el gran día, el día de la carrera. Gastón con su coche de madera azul y sobre todo con una gran emoción se dirigió a la línea de salida.

Estaba claro que el auto de Gastón era el único construido en su totalidad por un niño. Todos los demás los habían hecho con ayuda de sus padres y tenían líneas aerodinámicas, estaban pintados y brillantes; y eran muy hermosos.

Al ver el auto de Gastón los demás niños se rieron y burlaron.
Por si eso fuera poco, Gastón era el único niño, que en la línea de salida no estaba acompañado por su padre, lo había reemplazado su mama.

Empezó la competición y se hizo por el sistema de eliminación. Solo podían participar en la siguiente carrera los autos vencedores, hasta que al final, solo podían quedar dos.

Y curiosamente quedaron como finalistas el auto de Gastón y el de otro niño, que por cierto era el más hermoso de todos los que habían participado.

Cuando estaba a punto de darse la salida a la última carrera, mi hijo pidió con timidez a los jueces que le permitieran orar. Un poco extrañados, todos asintieron.

Y Gastón se arrodilló junto a su auto mientras hablaba con Dios. Lo hizo silenciosamente, pero con mucho fervor. Al terminar, se puso de pie con una sonrisa y dijo: «Estoy listo»

El público animaba a los corredores. Cristian, el otro competidor estaba de pie junto a su padre viendo como su hijo bajaba a toda velocidad por la rampa, pero Gastón estaba solo, su padre no estaba a su lado, estaba entre el público, observando cómo el destartalado auto de su hijo bajaba por la rampa a toda velocidad.
Inexplicablemente para casi todos los asistentes, el auto de Gastón llegó a la meta segundos antes que el de Cristian.

Nadie se lo podía creer. Gastón, saltaba de alegría y gritaba: Gracias, Dios…, Gracias, Dios… mientras los presentes vitoreaban su nombre.

El jefe de los scout se acercó a Gastón y le pregunto:
-Oraste para ganar, ¿Verdad, Gastón?
-No, respondió, no sería justo pedir a Dios que me ayudara a derrotar a un amigo. Le pedí que me ayudara a no llorar si perdía.
Gastón no pidió a Dios que ganara la carrera; no le pidió que decidiera el resultado. Le pidió fuerzas para encarar el resultado.

Tal vez pasemos demasiado tiempo en oración pidiéndole a Dios que nos haga ganar la carrera de la vida, solo pedimos por el triunfo, por la gloria y para que nos libre de la pruebas. Cuando en realidad deberíamos pedirle fuerzas y valor para no abandonar y llegar al fin de nuestras vidas con entereza, valor y gratitud.

«La soledad, el abandono, no siempre nos tiene que llevar a la frustración o el desanimo, Gastón siendo un niño es un claro ejemplo para nuestras vidas. A él, el abandono y la soledad lo llevaron a Dios y Él no lo defraudó. Dios, está siempre a nuestro lado, pídele que te ayude a no llorar, si te sientes perdido»

La Lluvia

Había pasado todo el día con su mamá en un gran almacén. Esa bella pelirroja, con cara pecosa, imagen de la inocencia, no podía tener más de seis años. Todos nos quedamos frente a la puerta, resguardados de la lluvia. Esperábamos, algunos con paciencia, y otros irritados porque la naturaleza les estaba estropeando su prisa rutinaria.

Siempre me ha gustado mucho la lluvia. Me pierdo ante la vista de los cielos, lavando la suciedad y el polvo de este mundo. Al mismo tiempo, los recuerdos de mi infancia corriendo bajo la lluvia, son bienvenidos como una forma de aliviar todas mis preocupaciones.

La voz de esta chiquita era muy dulce, rompió mi trance hipnótico con esta inocente frase: - Mamá, corramos a través de la lluvia.
- ¿Qué?, - dijo su mamá...
- Sí, mamá... Corramos a través de la lluvia.
- No, mi amor... Esperemos a que deje de llover, -contestó la mamá, pacientemente...

La niña esperó otro minuto y repitió:- Mamá, corramos a través de la lluvia.
Su mamá le dijo:- Pero si lo hacemos, nos mojaremos...
- No, mamá, eso no fue lo que le dijiste esta mañana a papá... Tal fue la respuesta de la niña, mientras tiraba del brazo de su madre....
-¿Esta mañana? ¿Cuándo dije yo que podemos correr a través de la lluvia y no mojarnos?
-¿Ya no lo recuerdas? Cuando hablabas con papá acerca de su grave enfermedad, le dijiste que si Dios nos hace pasar por esta situación, puede hacernos pasar a través de cualquier cosa.

Todos nos quedamos en absoluto silencio. No se escuchaba nada más que la lluvia. Nadie entró ni salió del almacén en los siguientes minutos.

La mamá se detuvo a pensar por un momento acerca de lo que debería responder. Éste era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día florecieran en una inquebrantable fe...

-Amor, tienes toda la razón. Corramos a través de la lluvia y si Dios permite que nos empapemos, puede ser que Él sepa que necesitamos ser lavados... Y salieron corriendo...

Todos nos quedamos viéndolas, riéndonos mientras corrían por el estacionamiento, pisando todos los charcos de agua. Por supuesto que se empaparon, pero no fueron las únicas... Casi todos las siguieron, todos reían como niños mientras corrían hacia los autos.
Sí, es cierto, yo también corrí. Y sí, también me empapé... seguro que Dios decidió que necesitaba una lavadita.

Las circunstancias o las personas pueden quitarnos nuestras posesiones materiales, pueden llevarse nuestro dinero, y pueden llevarse nuestra salud. Pero nada ni nadie puede quitarnos nuestras más valiosas posesiones: LOS RECUERDOS.

Así que no olvides tomarte el tiempo y la oportunidad de llenarte de recuerdos cada día.

¡TÓMATE TU TIEMPO PARA VIVIR!

El Agua

"EL AGUA" (vale la pena leerlo)

Era uno de los días más sofocantes de un verano muy seco y caluroso. No había llovido en varios meses, las cosechas se perdían, las vacas habían empezado a dar menos leche y hasta los riachuelos estaban secos hacía tiempo.

Aquella sequía podía llevar a la ruina a más de un agricultor.
A diario mi marido y sus hermanos realizaban la ardua tarea de llevar agua a los campos para poder regar y eso suponía llevar un camión hasta la planta distribuidora para llenarlo del preciado líquido y luego llevarlo a los campos.

Pero debido al racionamiento que habían impuesto, el suministro de agua era mucho menor. Si no llovía pronto, podíamos perderlo todo.

Pero justamente aquel día aprendí una valiosa lección de generosidad y presencié un milagro con mis propios ojos.
Estaba en la cocina preparando el almuerzo, cuando vi a mi hijo Pedrito de seis años caminar hacia el bosque. No lo hacía como de costumbre, con la naturalidad y despreocupación propia de un niño.

Se le notaba algo raro, era evidente que caminaba con una gran dificultad. Al poco rato de haberse internado en el bosque, volvió corriendo a casa. Pero lo más curioso es que repitió esa operación durante varias horas, se dirigía hacia el bosque, entraba en él y de pronto volvía corriendo a casa.

No pude resistir más y con mucho sigilo lo seguí. Tuve mucho cuidado para que no me viera, quería saber que era eso que estaba haciendo, que parecía tan importante para él.
Observé que iba con las manos ahuecadas llenas de agua y que ponía un gran empeño en no derramar el valioso tesoro que llevaba en ellas.

Cuando llegó al interior del bosque, me acerqué y pude ver que como tenía las manos ocupadas, las ramas le azotaban el rostro y no podía evitarlo, pero seguía adelante con determinación seguro de que tenía que cumplir una misión muy importante.

Cuando me di cuenta de lo que sucedía me quedé sorprendida. Varios venados corpulentos se alzaban ante Pedrito, y él, se dirigía hacia ellos sin inmutarse. De pronto se arrodilló y le dio de beber a un cervatillo que estaba en el suelo, deshidratado y agotado por el calor.

Cuando se terminaba el agua, Pedrito volvía a la casa para llenar gota a gota su improvisada taza y volver al bosque para dar de beber al cervatillo. Entonces me acordé del sermón que le habíamos dado sobre la importancia de no desperdiciar el agua. Quizás por eso no me pidió que le ayudara aunque al hacerlo con sus manos y regresar le tomaba casi veinte minutos.

Cuando se dispuso a regresar al bosque, se encontró conmigo. Se asustó y se le llenaron los ojos de lágrimas mientras decía: -"Mamá no estoy desperdiciando el agua"

Nunca olvidaré su cara de alegría cuando lo acompañé con un recipiente lleno de agua, parecía la persona más feliz del mundo. Al llegar, me mantuve apartada y dejé que él atendiera al cervatillo.

No podía entender cómo una persona tan pequeña podía tener un
corazón tan grande y tierno. Me emocioné tanto al contemplar esa escena, que sin quererlo me puse a llorar, pero de repente, parecía que Dios estaba tan emocionado como yo, porque empezaron a caer gotas del cielo.

Algunos dirán que fue una coincidencia, que no hay milagros, que iba a llover de un momento a otro. No lo voy a contradecir, ni siquiera lo voy a intentar. Pero lo que sí puedo afirmar es que la lluvia que llegó aquel día salvó nuestra finca y la de nuestros vecinos, del mismo modo que Pedrito salvó la vida del cervatillo.

Dios Existe????

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre.

En estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto, tocaron el, tema de Dios.

El barbero dijo:
Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.

Pero, por qué dice usted eso? - pregunta el cliente.

Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. O...dígame, acaso si Dios existiera, habría tantos enfermos? Habría niños abandonados? Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. Yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.

El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.

Recién abandonaba la barbería, vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.

Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.

Sabe una cosa? Los barberos no existen.

Cómo que no existen? -pregunta el barbero-.

Si aquí estoy yo y soy barbero. - No! -dijo el cliente-, no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

Ah, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mi.

Exacto! -dijo el cliente-. Ese es el punto. Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

Paradigmas de la Riqueza

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que éste viera cuán pobre era la gente de campo. Pensó que así comprendería el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.

Estuvieron por espacio de un día y una noche en una granja con una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, mientras regresaban a casa, el padre le preguntó a su hijo:
-¿Qué te pareció el viaje? ¡¡Muy bonito Papá...!!
-¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente?
- ¡¡Si...!!

-¿Y qué aprendiste...?
-Vi que nosotros tenemos un perro en casa y ellos tienen cuatro.

-Que nosotros tenemos una piscina de 25 metros, pero ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.

-Que nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio para alumbrar la noche, pero que ellos tienen las estrellas.

-Que nuestro patio llega hasta el borde de la casa, pero el de ellos tiene horizonte.

-Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia, mientras que a ti y a mamá, como siempre están trabajando, casi nunca tienen tiempo para mí y apenas los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo... y su hijo agregó:
¡¡Gracias Papá por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser...!!